Monstruitos.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Capítulo 1.


 -Nos vemos mañana. - se despide Gabe con una sonrisa ladeada, sacándose el cigarrillo de la boca y soltando el humo. Le guiño un ojo y abro la desastrosa verja que da a mi desastroso jardín. Atravieso el camino de piedras y subo las escaleras del porche, doy la última calada a mi cigarro y lo tiro al césped, dejando que la suciedad y la inmundicia lo apague.

 Lo del tabaco empezó cuando tenía quince años y estaba ciega por la sociedad, de alguna forma, no ser yo, me hacía sentir importante. Pero hace unos meses, me di cuenta de que era todo una farsa, el único con el que de verdad podía ser yo es Gabe. Le conocí en un botellón, él era un chico como yo, estudioso y responsable, pero que se dejó llevar por las amistades superficiales. En realidad, querían enrollarnos juntos, pero lo nuestro es más que un rollo adolescente, somos amigos, como hermanos, no le veo como algo más allá.

 Ahora seguimos siendo los que eramos, estudiando como buenos chicos, pero fumar es una terrible adicción.

 Abro la puerta y entro sin respirar por la nariz, el olor a alcohol es realmente vomitivo. Encuentro a mi padre, roncando sobre el sillón, con botella de whisky en mano y la mesa llena de latas de cerveza vacías. Le quito la botella medio llena y la dejo sobre la mesa. Le sacudo hasta que se despierta diciendo cosas sin sentido.

 -¿Qué haces? - pregunta en tono hosco, y demasiado alto.

 -Despertarte, en ese sillón te quedarás sin espalda. - le contesto sin miedo alguno. A pesar de ser violento y estar siempre a la defensiva, nunca lo paga conmigo, pues soy la única que está para cuidarle. Mi madre murió cuando yo tenía apenas tres años. La pérdida fue demasiado dolorosa para Jack, mi padre, que se hundió en el alcohol que le destroza poco a poco, es tarea imposible que lo deje, lo intentó un par de veces, pero el síndrome de abstinencia era bastante fuerte.

 Él suelta un extraño gruñido animal, recupera la botella y sube por las escaleras hacia su habitación. Suspiro y me dirijo a la cocina, donde cojo una bolsa de basura en la empiezo a echar toda la basura del salón. Tardo bastante, pues suelo y muebles están repletos. Cuando por fin he acabado, cierro la bolsa con un nudo y salgo de nuevo fuera, a dejar la basura en el cubo. Justo me encuentro con el cartero, alejándose de nuestro buzón. Dejo la bolsa y cojo la única carta que hay, es gruesa, y muy blanca. Camino de nuevo hacia el interior mirando el rémite. ``Universidad de Oxford''.

 -Es imposible. - murmuro cerrando la puerta con demasiada fuerza y abriendo el sobre con impaciencia. - No puede ser. - empiezo a pensar que será una carta de rechazo en la universidad, pero entonces, ¿por qué es tan gruesa? Entonces saco el contenido y leo claramente que mi vida va a cambiar por completo.

 El chillido que suelto de emoción hace bajar a mi padre las escaleras hecho una furia. Llega a la cocina soltando tacos y preguntando que qué coño me pasa en esas palabras y a mí no se me ocurre otra cosa que abrazarle con toda mi fuerza. Él se sorprende, pero no se aparta. Supongo que ve la carta por encima de mi hombro porque me da una vuelta en el aire, haciéndome recordar bonitos momentos de cuando era niña.

 -¡Sabía que lo conseguirías! - exclama dejándome en el suelo, arrugo la nariz por el herdor a alcohol, pero sonrío, pues la reacción de mi padre es genial. Luego se queda pensativo con una sonrisa triste en los labios.

 -¿Qué ocurre, papá? - le pregunto preocupada.

 -No sé como... seguiré. Si no estás en tu casa pierdo en control, bebo y bebo, sin poder parar. - Estoy a punto de decir algo de quedarme pero me interrumpe. - No, tú te vas a esa universidad, has soñado con ella desde que eras pequeña, y cumplirás tu sueño.

 Lo que hace a continuación me deja perpleja. Le quita el tapón a la botella de whisky de su mano y se acerca a la pila, vierte la bebida en el fregadero, que desaparece lentamente. Sonrío y le vuelvo a abrazar.

 -Será duro... Demasiado.- contesta.

 -Voy a llamar a Gabe. - le digo. - Él puede ayudarte. - curiosamente, mi padre y Gabe son uña y carne, se llevan genial, ven juntos los partidos de fútbol e incluso se ponen de acuerdo a veces para hacer de rabiar a ''la princesa''. Obviamente se refieren a mí.

 Mi padre sigue tirando sus preciadas bebidas mientras me dirijo al salón, donde cojo el teléfono y marco su número, que me sé de memoria. Suenan un par de toques, y pienso en que quizá no haya llegado a casa, aunque vivimos cerca. Entre medias del tercero lo coge.

 -¿Eli? - me pregunta. - ¿Qué pasa? - saluda en tono relajado.

 -Adivina. - contesto con una sonrisa.

 -Mmm... ¿Te ha tocado la lotería o algo así?

 -No exactamente, ¡Me han aceptado en Oxford! - chillo emocionada.

  Él se ríe conmigo al unisono.

 -Enhorabuena, Eli. Tenía fé plena en ti. - me dice, y por algún motivo raro me sonrojo. - ¿Cómo se lo ha tomado Jack?

 -¡De una forma increíble! - exclamo. - Me ha abrazado y ¡Hasta ha empezado a tirar sus bebidas?

 -¿En serio? - pregunta incrédulo. Él sabe tanto como yo lo que le cuesta a mi padre dejar el alcohol. - ¿Cuándo te vas? - pregunta serio? ¿Y durante cuanto tiempo?

 -En dos semanas. - contesto en el mismo tono, pues lejos de casa, de mi hogar, de todo lo que compone mi vida, no sé que haré. - Y durante dos años. - eso sí que duele.

-Yo... te echaré de menos. - dice con un hilo de voz.

- Yo también, Gabe. - le contesto. Oigo a mi padre desde la cocina llamarme. - Tengo que cortar. Te quiero.- y pulso el botón rojo. Luego ya pienso en lo que he dicho. Y lo que he dicho es a Gabe que le quiero.